viernes, 26 de abril de 2019

¿Dónde pasaré la eternidad?



Sabido es que nosotros los seres humanos fuimos hechos por Dios con eternidad en el corazón. Es por eso que la palabra muerte nos asusta un poco y no la queremos mencionar. Muchas veces no queremos pensar ni hablar del tema, pero es necesario tenerlo presente porque nos guste o no, todos vamos a pasar por esa experiencia.
Pero debemos saber que aunque suframos la muerte física, nuestra vida no termina ahí, sino que entramos o pasamos a otra dimensión. Creamos o no, hay vida después de la muerte. Jesús dijo; Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que todavía está vivo y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?  (Juan 11:25-26)
Es por eso que las Sagradas Escrituras nos dicen; prepárate para ir al encuentro con tu Dios. Amós 4:12     
Normalmente las personas cuando están por ir de vacaciones hacen todos los preparativos como ser, eligen y escogen un lugar, averiguan sobre el mismo, hacen las reservaciones, pagan por su estadía y luego solo esperan que llegue el momento de la partida, para ir y disfrutar de ese descanso merecido en el lugar escogido.
Ahora bien, si hacemos eso con un lugar físico y transitorio, ¿Cómo no hacer lo mismo cuando se trata de algo eterno? Porque aceptemos o no, todos vamos encaminándonos hacia una eternidad, algunos entraron antes, otros entraremos después, pero al fin todos llegaremos por igual.
Por lo tanto es necesario que lo tomemos en serio y nos informemos sobre el tema. Jesús dijo; Entren por la puerta angosta. Porque la puerta y el camino que llevan a la perdición son anchos y espaciosos, y muchos entran por ellos;  pero la puerta y el camino que llevan a la vida son angostos y difíciles, y pocos los encuentran. (Mateo 7:12-14)
Esto nos enseña que hay dos caminos por el cual llegamos a la eternidad y que cada uno tiene distinto final, uno tiene que ver con la vida eterna con Dios y el otro tiene que ver con la muerte eterna separado de Dios. Pero nos toca a nosotros elegir y escoger el camino por el cual vamos a transitar en esta vida y que nos llevará al destino que escojamos. Además lo que nosotros elegimos nada ni nadie puede cambiar, una vez que hayamos partido de esta vida.
Pensemos en esto que contó nuestro Señor Jesucristo: Un día el pobre murió, y los ángeles lo llevaron a sentarse a comer al lado de Abraham. El rico también murió, y fue enterrado.   Y mientras el rico sufría en el lugar adonde van los muertos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro sentado a su lado. Entonces gritó: ¡Padre Abraham, ten lástima de mí! Manda a Lázaro que moje la punta de su dedo en agua y venga a refrescar mi lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego. Pero Abraham le contestó: Hijo, acuérdate que en vida tú recibiste tu parte de bienes, y Lázaro su parte de males. Ahora él recibe consuelo aquí, y tú sufres. Aparte de esto, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes; de modo que los que quieren pasar de aquí allá, no pueden, ni de allá tampoco pueden pasar aquí. (Lucas 16:19-31)
Por todo esto es que debemos pensar y actuar en consecuencia. ¿Dónde vamos a pasar la eternidad? En el lugar que nosotros escojamos en  forma consciente y responsable. ¿Cómo hacer? La Biblia dice; Este testimonio es que Dios nos ha dado vida eterna, y que esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo de Dios, tiene también esta vida; pero el que no tiene al Hijo de Dios, no la tiene.( 1Juan 5:11-12) Y orando Jesús al Padre dice; Pues tú has dado a tu Hijo autoridad sobre todo hombre, para dar vida eterna a todos los que le diste. Y la vida eterna consiste en que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú enviaste. (Juan 17:3)


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