sábado, 30 de marzo de 2019

¿Amigos o siervos?




Es muy interesante poder reflexionar sobre este pasaje de las Escrituras.
Es una enseñanza de Jesús, hablando con sus discípulos, donde pone pautas claras para aquellos que quieren ser amigo de Él.
Lo que llama la atención es que, comienza con el mandato de amarse unos a otros, no de cualquier forma, sino conforme al modelo que les muestra.

Jesús dijo: esto es lo que les mando: que se amen unos a otros, así como yo los amo a ustedes. Nadie muestra más amor que quien da la vida por sus amigos.  Ustedes son mis amigos, si hacen lo que les mando.  Ya no los llamo sirvientes, porque un sirviente no sabe lo que hace su jefe. Los llamo amigos, porque les he contado todo lo que me enseñó mi Padre.
Ustedes no fueron los que me eligieron a mí, sino que fui yo quien los eligió a ustedes. Les he mandado que vayan y sean como las ramas que siempre dan mucho fruto. Así, mi Padre les dará lo que ustedes le pidan en mi nombre.  Esto les ordeno: Que se amen unos a otros.  Juan 15: 12-17

Jesús les hace ver, que no hay nadie que pueda mostrar mayor amor que Él, pues el vino para morir en la cruz por la humanidad, cosa que ningún otro podía hacer.
Eso le faculta a Jesús, para poner condiciones a quienes quieran ser sus amigos.
Si aceptan esa condición, no solo son amigos, sino que obtienen un grado mayor de comunión con Él.
Ahora bien, esto muestra claramente que se puede ser siervos de Cristo o amigos de Cristo. ¿Cómo saber a qué grupo pertenezco? Es normal que todos quisiéramos ser amigos y no siervos solamente. Pero, ¿Hasta dónde estamos dispuestos a obedecer a Cristo, sin cuestionamientos?
Así podemos entender, por qué hay hermanos y pastores que reciben revelación de las Escrituras, dando una enseñanza clara a los oyentes,  y otros simplemente repiten lo que escucharon de otros sin profundidad.
También por qué hay vidas fructíferas, y otras no tanto o vacías. El siervo termina su tarea y se va a descansar, los amigos continúan juntos aun después de las tareas realizadas, porque se aman y se necesitan.  
Por otro lado Él nos recuerda también que, fue Él quien nos eligió a nosotros, y no nosotros a Él, y si hemos aceptado decir sí, fue sin condiciones de parte nuestra.
Por lo tanto, mi vida no me pertenece, voluntariamente se la entrego a Cristo para hacer su voluntad. En cambio, aquel que no acepta la propuesta de ser amigo de Cristo, continúa siendo siervo, no es desechado, pero tiene acceso restringido para algunos misterios del evangelio, a diferencia del amigo a quien Cristo le cuenta todo lo que necesita saber para una vida de plenitud y un servicio excelente.
Dicen las Sagradas Escrituras. Mis ojos pondré en los fieles de la tierra, para que estén conmigo. El que ande en el camino de la perfección, éste me servirá.  Salmo 101:6


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