jueves, 5 de mayo de 2022

¡La mejor noticia!

 

Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.

Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Romanos 8:1

¡Estás libre! ¡No hay condena para ti! ¡Qué alivio escuchar estas palabras! Para esa persona que solo estaba esperando la sentencia final de la justicia, porque se sabía culpable.

¿Qué ha pasado? Se preguntaba el reo de muerte.

Muerte, eternidad, condenación eterna, juicio, son palabras que a muchos les asusta, a tal punto que ni siquiera pueden hablar del tema, o si lo hacen, es con mucho temor. Al no saber qué pasa después de la muerte, porque cada religión tiene su teoría, y eso crea incertidumbre en muchas personas inclusive en algunos creyentes, lo que les lleva a tener miedo. Sin embargo, en las Sagradas Escrituras hay mucha información acerca de esto.

Si bien cada persona en este mundo nace bajo condenación, porque la paga del pecado es muerte. Dios abrió la puerta de la Salvación por medio de la obra de Cristo en la cruz del calvario. Cristo murió por nosotros pagando la deuda de pecado que teníamos con Dios, y que para el ser humano era una deuda impagable. Pero cada persona al reconocer a Cristo como el Salvador, entregándole su vida, dicen la Escrituras que, nace de nuevo en Cristo, es un nacimiento espiritual, y pasa a ser hijo de Dios. Eso significa que tiene una nueva vida en Cristo, ya sin pecado, sin culpa y por lo tanto sin condenación. Porque ya no vive bajo el poder del pecado condicionado por su naturaleza humana, sino que ahora vive bajo la autoridad de la palabra de Dios y guiado por el Espíritu Santo, quien es su maestro en esta nueva vida.  Esto es lo que hace que quede libre de toda condenación.

Pero, ¡ojo! Eso no significa que no va a pecar nunca más. No va a pecar en forma voluntaria porque ahora es libre en Cristo y tiene poder para no pecar, pero, ocasionalmente puede que cometa algún pecado involuntario, la solución es, confesarlo y apartarse, y el Señor nuevamente perdona y restaura esa vida.

¡Maravillosa Gracia! ¡Bendita Misericordia! ¡Enorme compasión! ¡Vale realmente vivir para Cristo! ¡Libre de toda condenación!

Los abraza en Cristo. P. Sosa

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