viernes, 27 de mayo de 2022

¡Hay esperanza de vida!

 

Al anochecer, la gente le llevó a Jesús muchas personas con diferentes enfermedades. Jesús puso sus manos sobre los enfermos, y los sanó. Los demonios que salían de la gente gritaban:

¡Tú eres el Hijo de Dios!

Pero Jesús reprendía a los demonios y no los dejaba hablar, porque ellos sabían que él era el Mesías. Lucas 4:38

Estamos en una situación complicada de la salud humana, el virus está haciendo estragos en el mundo entero, complica la vida familiar y social de cada persona.

Las personas se enferman a causa del miedo y la tristeza, y no precisamente de una enfermedad física, está enferma su alma de angustia y desesperación en muchos casos, la incertidumbre de no saber qué va a pasar le aflige, provocando un estado de nerviosismo y no sabe qué hacer, a donde ir, porque aun los médicos y centro de salud no están dando garantías en cuanto a la salud, casi no duermen pensando en el mañana.

Quiero decirles que, hay una persona que está dispuesta para atender a todos aquellos que lo necesiten, no tienen que sacar turno porque atiende las 24 hs, del día, los siete días de la semana y los 365 días del año. Además este encierro favorece porque no es necesario que salga de su casa, solo tiene que ir a su habitación y allí derramarse delante de la maravillosa persona de Jesús, porque Él es quien escuchará su necesidad, puede contarle todo lo que le está pasando, y si no salen las palabras no se preocupe, Él conoce el lenguaje de las lágrimas, como así también interpretar los sonidos del silencio cuando entramos a su presencia. Le aseguro que usted saldrá de ahí sano, con un corazón nuevo, pues Él quitará el corazón de piedra y le pondrá uno de carne, para que pueda amar y creer a Dios, un corazón libre de aflicción, libre de culpa, libre de angustia, libre de rencores, un corazón con capacidad de amar, de perdonar, de hacer misericordia y tener compasión de aquellas personas que por algún motivo, quizás le hayan ofendido o dañado.

Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos, sigue teniendo el mismo poder, el mismo amor, y la misma compasión por cada una de las personas de este mundo. Solo espera que cada persona se acerque a Él, para recibir esa ayuda que está disponible para el ser humano, esa ayuda que está garantizada en la cruz del calvario, cuando Cristo entregó su vida por mí, por usted y por todos. Quiera el Señor que usted, se deje convencer por el Espíritu Santo reconociendo cuanto lo ama Dios.

Que tengan un bendecido y feliz fin de semana en familia.

Los abraza en Cristo. P. Sosa

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