Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él. El que cree en él no es condenado, pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en el nombre del Hijo unigénito de Dios. Esta es la causa de la condenación: que la luz vino al mundo, pero la humanidad prefirió las tinieblas a la luz, porque sus hechos eran perversos. Pues todo el que hace lo malo aborrece la luz, y no se acerca a ella por temor a que sus obras queden al descubierto. En cambio, el que practica la verdad se acerca a la luz, para que se vea claramente que ha hecho sus obras en obediencia a Dios. Juan 3:17-21
Hay cosas
que se pueden creer o no creer y que no afecta para nada la vida de una
persona. Sin embargo no creer en el amor de Dios y la obra redentora del ser
humano por medio de Cristo, ¡es algo terrible! Porque afecta la vida pasada,
presente y futura de la persona, y no solo en este mundo sino también en la
eternidad. Usted puede pertenecer a una religión y creer todo lo que ahí le
dicen, pero eso no cambia nada en su vida, sin embargo pertenecer a Dios y
creer en su palabra ¡es maravilloso! porque afecta su vida con cambios
importantes que hace de usted una persona nueva. Por lo tanto es necesario
creer a Dios y creer en Jesús, eso hace la diferencia entre una vida con
propósito o una vida sin sentido, entre la salvación y la condenación eterna
del ser humano.
Su vida, es
algo rutinaria, sin sentido, o ¿tiene un propósito que le da sabor a su
existencia?
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