Al anochecer, la gente le llevó a Jesús
muchas personas con diferentes enfermedades. Jesús puso sus manos sobre los
enfermos, y los sanó. Los demonios que salían de la gente gritaban:
¡Tú eres el Hijo de Dios!
Pero Jesús reprendía a los demonios y
no los dejaba hablar, porque ellos sabían que él era el Mesías. Lucas 4:38
Estamos en una situación complicada de
la salud humana, el virus está haciendo estragos en el mundo entero, esta
pandemia que lleva ya varios meses, complica la vida familiar y social de cada
persona. Las personas se están enfermando a causa del miedo y la tristeza, y no
precisamente de una enfermedad física, está enferma su alma de angustia y
desesperación en muchos casos, la incertidumbre de no saber qué va a pasar le
aflige, provocando un estado de nerviosismo y no sabe qué hacer, a donde ir,
porque aun los médicos y centro de salud no están dando turnos, casi no duermen
pensando en el mañana.
Quiero decirles que, hay una persona
que está dispuesta para atender a todos aquellos que lo necesiten, no tienen
que sacar turno porque atiende las 24 hs, del día, los siete días de la semana
y los 365 días del año. Además este encierro favorece porque no es necesario
que salga de su casa, solo tiene que ir a su habitación y allí derramarse
delante de la maravillosa persona de Jesús, porque Él es quien escuchará su
necesidad, puede contarle todo lo que le está pasando, y si no salen las palabras
no se preocupe, Él conoce el lenguaje de las lágrimas, como así también interpretar
los sonidos del silencio cuando entramos a su presencia. Le aseguro que usted
saldrá de ahí con un corazón nuevo, pues Él quitará el corazón de piedra y le
pondrá uno de carne, para que pueda amar y creer a Dios, un corazón libre de
aflicción, libre de culpa, libre de angustia, libre de rencores, un corazón con
capacidad de amar, de perdonar, de hacer misericordia y tener compasión de
aquellas personas que por algún motivo, quizás le hayan ofendido o dañado.
Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y
por los siglos, sigue teniendo el mismo poder, el mismo amor, y la misma compasión
por cada una de las personas de este mundo. Solo espera que cada persona se
acerque a Él, para recibir esa ayuda que está disponible para el ser humano,
esa ayuda que está garantizada en la cruz del calvario, cuando Cristo entregó
su vida por mí, por usted y por todos. Quiera el Señor que usted, se deje
convencer por el Espíritu Santo reconociendo cuanto lo ama Dios.
Que tengan un bendecido y feliz fin de
semana en familia. PS
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