El saludo habitual
al comienzo de cada año es; ¡Feliz Año Nuevo! ¡Que se cumplan todos tus deseos!
¡Que seas prosperado! ¡Que tengas buena salud!
Es muy lindo
escuchar tan buenos deseos, trae alegría a nuestras vidas y nos hace bien.
Pero la realidad
es que no siempre se cumplen esos buenos deseos, y nos sentimos frustrados en
lo más íntimo de nuestro ser. ¿Por qué será?
Para tener un feliz y próspero año, con buena salud física
y mental, debemos dejar que Cristo, por medio de su Santo Espíritu, se involucre
en nuestra vida cotidiana.
Lo que debemos
entender es que lo bueno o lo malo que nos pasa, no es producido por el tiempo
que en que vivimos, sino ¿Cómo lo vivimos? y ¿Con qué actitud lo vivimos?
Bienaventurado el
hombre que teme al Señor Dios. Y en sus mandamientos se deleita en gran manera.
Su descendencia será poderosa en la tierra; La generación de los rectos será
bendita. Bienes y riquezas hay en su casa, Y su
justicia permanece para siempre.
Esta es una de las
claves para ser próspero y sano, reverenciar a Dios. Otra es, creer lo que Dios
dice por medio de su palabra. Dichosos los que
van por caminos perfectos, los que andan conforme a la ley del Señor. Dichosos los que guardan sus estatutos y de todo corazón lo
buscan. Jamás hacen nada malo, sino que siguen los
caminos de Dios. Y también esta; Dios bendice a quienes no siguen malos
consejos ni andan en malas compañías ni se juntan con los que se burlan de
Dios.
Teniendo
en mente estos buenos consejos de Dios y practicándolos, sin duda que habrá un
¡Feliz y próspero año nuevo! Para todos aquellos que toman a Cristo y sus
enseñanzas como el centro de sus vidas.
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