Pero debemos
saber que vivimos en un mundo de injusticias.
Cada día
podemos ver como se cometen en distintos ámbitos de nuestra sociedad, y nos
hace sentir impotente ante esas circunstancias.
¿Qué hacer? ¿Cómo evitar? ¿Cómo ayudar al otro?
Muchas veces
al querer participar en defensa de alguien,
terminamos cometiendo más injusticia, pues hay cosas y situaciones que
desconocemos.
La misma
sociedad nos propone diferentes formas de luchar contra las injusticias, pero
tristemente se termina reconociendo muchas veces que los métodos son injustos.
Aplicar la ley no siempre significa que se haga
justicia.
Necesitamos
aprender a conocer la verdadera justicia. No todo lo que a nosotros nos parece
que es justo, lo es, pues nuestro pensamiento esta distorsionado por la maldad,
por el pecado.
Y lo primero
que decimos o cuestionamos es;
¿Por qué Dios
permite esto? ¿Por qué Dios no hace algo? ¿No ve lo que esta pasando?
Y no nos
damos cuenta que el problema no está en que si Dios hace algo o no. Sino que el
problema es, que no queremos reconocer, que a Dios le hemos sacado de nuestro
diario vivir.
Por eso
creemos en nuestra necedad, que es Dios quien comete errores, que muchas veces
es injusto y que nosotros somos justos y sabemos hacer las cosas bien, que no
nos equivocamos.
Nada más
lejos de la verdad.
En Las
Sagradas Escrituras esta registrada en el libro de Job esta pregunta que él
también se hizo.
¿Será el
hombre más justo que Dios?
¿Será el
varón mas limpio que el que lo hizo? Job 4:17
Es que ante
situaciones que creemos que son injustas, nos ponemos mal, nos rebelamos y
normalmente en lugar de luchar contra eso, terminamos anhelando hacer lo mismo,
porque nos parece que a los que viven equivocados les va bien y a nosotros que
tratamos de hacer bien las cosas nos va mal.
¡Qué
tontería! ¡Qué pensamiento absurdo!
El salmista
tuvo los mismos pensamientos, que cualquiera de nosotros hubiéramos tenido,
cuando se puso a observar la sociedad de su época y dijo;
Un poco más, y yo hubiera caído; mis pies
casi resbalaron.
Pues tuve envidia al ver cómo prosperan los orgullosos y malvados.
Pues tuve envidia al ver cómo prosperan los orgullosos y malvados.
A ellos no les preocupa la muerte, pues están llenos
de salud;
no han sufrido las penas humanas ni han estado en apuros como los demás.
Por eso el orgullo es su collar y la violencia su vestido;
están tan gordos que los ojos se les saltan, y son demasiadas sus malas intenciones.
no han sufrido las penas humanas ni han estado en apuros como los demás.
Por eso el orgullo es su collar y la violencia su vestido;
están tan gordos que los ojos se les saltan, y son demasiadas sus malas intenciones.
Con burla, orgullo y descaro, amenazan hacer maldad y
violencia; atacan al cielo con sus labios y recorren la tierra con su lengua.
Por eso la gente los alaba y no encuentra ninguna
falta en ellos.
Preguntan:
¿Acaso Dios va a saberlo? ¿Acaso se dará cuenta el Altísimo?
¡Miren a estos malvados!
¡Miren a estos malvados!
Con toda tranquilidad aumentan sus riquezas.
¡De nada me sirve tener limpio el corazón y limpiarme
las manos de toda maldad!
Pues a todas horas recibo golpes, y soy castigado todas las mañanas. Salmo 73: 1-14
Pues a todas horas recibo golpes, y soy castigado todas las mañanas. Salmo 73: 1-14
Es que realmente hay
situaciones que nos hace sentir impotente al ver a personas que sin ningún
poquito de vergüenza, hacen cosas que están mal, que afectan a otros.
Sin embargo a ellos no les
interesa, lo único que les importa es satisfacer sus propios deseos o gustos y
lograr sus propósitos mezquinos y deshonestos.
Pero
debemos tomar una decisión al respecto, ser
uno más de ellos o luchar contra esas injusticias.
Al salmista también le
costó entender la situación, pero no se dio por vencido sino que buscó la
respuesta a todo eso y la encontró cuando nuevamente reconoce que en su
relación diaria con Dios, se ven las cosas desde la perspectiva correcta.
Esto es lo que escribió:
Traté de
comprender esto, pero me fue muy difícil.
Sólo cuando entré en el santuario de Dios
comprendí a dónde van ellos a parar: los has puesto en lugar resbaladizo
y los empujas a la ruina.
¡En un momento quedarán destruidos!
y los empujas a la ruina.
¡En un momento quedarán destruidos!
¡El miedo
acabará con ellos!
Cuando
tú, Señor, te levantes, como cuando uno despierta
de un
sueño, despreciarás su falsa apariencia.
Yo estuve lleno de amargura y en
mi corazón sentía dolor,
porque era un necio que no entendía;
¡era ante ti igual que una bestia!
porque era un necio que no entendía;
¡era ante ti igual que una bestia!
Sin embargo, siempre he estado contigo.
Me has tomado de la mano derecha,
me has dirigido con tus consejos y al final me recibirás con honores.
¿A quién tengo en el cielo? ¡Sólo a ti!
Estando contigo nada quiero en la tierra.
Estando contigo nada quiero en la tierra.
Todo mi ser se consume, pero Dios
es mi herencia eterna y el que sostiene mi corazón. Salmo 73: 15-29
¡Qué hermosa
conclusión es la del salmista!
Descubrió que
solo en Dios, se puede entender las situaciones injustas, no justificar. Sino
entender por qué sucede y además saber que, eso no va a quedar sin sus
consecuencias para aquellos que lo hacen.
Esto también
nos debe llevar a nosotros a refugiarnos en Cristo, cuando sufrimos algún tipo
de injusticia y dejar que Dios como el Juez Justo y Santo juzgue nuestra causa,
que sea Él quien haga justicia.
Llegará el
momento en que viviremos en un mundo libre de injusticias, un mundo diferente,
un mundo nuevo.
Porque Dios
ama la justicia y aborrece el odio y el crimen.
Isaías 61:8
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