miércoles, 5 de septiembre de 2018

Mundo de injusticias




Pero debemos saber que vivimos en un mundo de injusticias.
Cada día podemos ver como se cometen en distintos ámbitos de nuestra sociedad, y nos hace sentir impotente ante esas circunstancias.

¿Qué hacer?  ¿Cómo evitar?  ¿Cómo ayudar al otro?
Muchas veces al querer participar en defensa de alguien,  terminamos cometiendo más injusticia, pues hay cosas y situaciones que desconocemos.
La misma sociedad nos propone diferentes formas de luchar contra las injusticias, pero tristemente se termina reconociendo muchas veces que los métodos son injustos.

Aplicar la ley no siempre significa que se haga justicia.

Necesitamos aprender a conocer la verdadera justicia. No todo lo que a nosotros nos parece que es justo, lo es, pues nuestro pensamiento esta distorsionado por la maldad, por el pecado.

Y lo primero que decimos o cuestionamos es;
¿Por qué Dios permite esto? ¿Por qué Dios no hace algo? ¿No ve lo que esta pasando?
Y no nos damos cuenta que el problema no está en que si Dios hace algo o no. Sino que el problema es, que no queremos reconocer, que a Dios le hemos sacado de nuestro diario vivir.

Por eso creemos en nuestra necedad, que es Dios quien comete errores, que muchas veces es injusto y que nosotros somos justos y sabemos hacer las cosas bien, que no nos equivocamos.
Nada más lejos de la verdad.

En Las Sagradas Escrituras esta registrada en el libro de Job esta pregunta que él también se hizo.
¿Será el hombre más justo que Dios?
¿Será el varón mas limpio que el que lo hizo? Job 4:17      

Es que ante situaciones que creemos que son injustas, nos ponemos mal, nos rebelamos y normalmente en lugar de luchar contra eso, terminamos anhelando hacer lo mismo, porque nos parece que a los que viven equivocados les va bien y a nosotros que tratamos de hacer bien las cosas nos va mal.

¡Qué tontería! ¡Qué pensamiento absurdo!

El salmista tuvo los mismos pensamientos, que cualquiera de nosotros hubiéramos tenido, cuando se puso a observar la sociedad de su época y dijo; 

Un poco más, y yo hubiera caído; mis pies casi resbalaron.
Pues tuve envidia al ver cómo prosperan los orgullosos y malvados.

A ellos no les preocupa la muerte, pues están llenos de salud;
no han sufrido las penas humanas ni han estado en apuros como los demás.
Por eso el orgullo es su collar y la violencia su vestido;
están tan gordos que los ojos se les saltan, y son demasiadas sus malas intenciones.
 
Con burla, orgullo y descaro, amenazan hacer maldad y violencia; atacan al cielo con sus labios y recorren la tierra con su lengua.
Por eso la gente los alaba y no encuentra ninguna falta en ellos.

Preguntan:
¿Acaso Dios va a saberlo?   ¿Acaso se dará cuenta el Altísimo?
¡Miren a estos malvados!
Con toda tranquilidad aumentan sus riquezas. 
¡De nada me sirve tener limpio el corazón y limpiarme las manos de toda maldad!
Pues a todas horas recibo golpes, y soy castigado todas las mañanas.  Salmo 73: 1-14
Es que realmente hay situaciones que nos hace sentir impotente al ver a personas que sin ningún poquito de vergüenza, hacen cosas que están mal, que afectan a otros.
Sin embargo a ellos no les interesa, lo único que les importa es satisfacer sus propios deseos o gustos y lograr sus propósitos mezquinos y deshonestos.
Pero debemos tomar una decisión al respecto, ser  uno más de ellos o luchar contra esas injusticias.

Al salmista también le costó entender la situación, pero no se dio por vencido sino que buscó la respuesta a todo eso y la encontró cuando nuevamente reconoce que en su relación diaria con Dios, se ven las cosas desde la perspectiva correcta.

Esto es lo que escribió:
Traté de comprender esto, pero me fue muy difícil.
Sólo cuando entré en el santuario de Dios comprendí a dónde van ellos a parar: los has puesto en lugar  resbaladizo
y los empujas a la ruina.
¡En un momento quedarán destruidos!
¡El miedo acabará con ellos!

Cuando tú, Señor, te levantes, como cuando uno despierta
de un sueño, despreciarás su falsa apariencia.

Yo estuve lleno de amargura y en mi corazón sentía dolor,
porque era un necio que no entendía;
¡era ante ti igual que una bestia!

Sin embargo, siempre he estado contigo.
Me has tomado de la mano derecha, me has dirigido con tus consejos y al final me recibirás con honores.
¿A quién tengo en el cielo?  ¡Sólo a ti!
Estando contigo nada quiero en la tierra.  
Todo mi ser se consume, pero Dios es mi herencia eterna y el que sostiene mi corazón.  Salmo 73: 15-29

¡Qué hermosa conclusión es la del salmista!

Descubrió que solo en Dios, se puede entender las situaciones injustas, no justificar. Sino entender por qué sucede y además saber que, eso no va a quedar sin sus consecuencias para aquellos que lo hacen.

Esto también nos debe llevar a nosotros a refugiarnos en Cristo, cuando sufrimos algún tipo de injusticia y dejar que Dios como el Juez Justo y Santo juzgue nuestra causa, que sea Él quien haga justicia.

Llegará el momento en que viviremos en un mundo libre de injusticias, un mundo diferente, un mundo nuevo.
Porque Dios ama la justicia y aborrece el odio y el crimen.
Isaías 61:8

Primavera


domingo, 2 de septiembre de 2018

Cuando lo prohibido nos atrae.



Desde el comienzo mismo de la creación del ser humano al ser dotado del Libre Albedrío, tuvo que tomar decisiones, es que el hecho de ser libre nos propone hacernos responsables de nuestros actos, para eso necesitamos pensar, elegir, decidir y escoger.
Adán, de acuerdo a las Sagradas Escrituras, en su condición de haber sido creado perfecto tuvo la oportunidad de escoger entre lo bueno y lo mejor, ya que lo malo no conocía, por lo tanto  era algo impensado que eligiera lo malo.
Tristemente cuando la situación en el Huerto le propuso una elección, tomó la decisión equivocada, porque decidió por lo bueno en lugar de escoger lo mejor. Lo bueno que él eligió le abrió una puerta hacia lo desconocido para lo cual no estaba capacitado todavía, de esa manera el mal se introduce en la vida perfecta de Adán y el pecado entra a este mundo.
A partir de ese fatídico momento la humanidad toda pierde la hermosa oportunidad de conocer lo mejor, para comenzar a conocer el mal y de ahora en más ya no tendrá que elegir entre lo bueno y lo mejor,  sino entre lo bueno y lo malo, porque ha desechado lo mejor.
Adán tuvo el privilegio de escuchar y oír la voz de Dios, dándole directivas de cómo iba a ser su estadía en el Huerto, una conversación directa con su Creador. Adán podía consultar con él todo lo que necesitaba saber acerca de esta vida que recién estaba comenzando a transitar, aprendiendo a desenvolverse en este mundo y aprendiendo también a relacionarse con la naturaleza y el medio ambiente.
La relación que Dios tenía con Adán era el mejor recurso a su favor. Pero aparece otra voz, a la cual Adán y Eva le prestan atención, esta le proponía algo distinto de lo que Dios le había dicho. La oferta era interesante, pues le ofrecía ser como Dios, tener su conocimiento.
¿Quién no quisiera ser como Dios? Y desde el punto de vista de la curiosidad ¡Eso era realmente bueno! ¿Por qué no probar? Al fin y al cabo esta oportunidad podría ser única.
Con ese pensamiento en la mente toma la decisión inclinándose por lo bueno según su propio parecer y desecharon lo mejor. Bueno es querer descubrir algo nuevo, pero mejor es seguir las directivas de Dios.  Dicen Las Sagradas Escrituras; Confía de todo corazón en el Señor y no en tu propia inteligencia.  Ten presente al Señor en todo lo que hagas, y él te llevará por el camino recto.  No te creas demasiado sabio; honra al Señor y apártate del mal: ¡ésa es la mejor medicina para fortalecer tu cuerpo! Proverbios 3:5-8
Hoy la vida no es distinta, los seres humanos debemos continuar utilizando esa cualidad maravillosa del Libre Albedrío, como seres libres tenemos la necesidad y la obligación de elegir que queremos, pero sabiendo que eso nos hace responsable de nuestros actos. Y como pasó con Adán en el huerto que sabía lo que tenía que hacer, pero le ofrecieron otra alternativa y sin pensar mucho seguramente, optó por lo que no conocía en lugar de seguir simplemente obedeciendo el mandato que Dios le había dado, y así le fue. También nosotros sabemos lo que tenemos que hacer, como debe ser nuestra conducta si queremos vivir bien, pero muchas veces se deja de lado lo bueno conocido por lo malo por conocer.
Nos dejamos influenciar por el entorno, cedemos muchas veces a la presión de la sociedad, de los amigos o familiares y en lugar de continuar firme en cuanto a nuestro propósito en la vida y de lograr la meta que nos habríamos propuesto, comenzamos a cambiar nuestra propia conducta según el lugar o las personas con la cual estamos.
Esto ¡No debe ser así! Aceptemos la voluntad de Dios para nuestra vida, eligiendo lo mejor que Dios nos ofrece.
Bendiciones. Pastor Sosa