
Nos guste o no,
entendamos o no, aceptemos o no, reconozcamos o no, LA IGLESIA DE CRISTO ES UN
CUERPO.
El cuerpo de
nuestro Señor Jesucristo en la tierra, donde él es la cabeza.
Pero este cuerpo
no está reducido a una congregación, sino que es la iglesia en la ciudad,
formada por distintas congregaciones, bajo distintas denominaciones, con distintos
ministerios, distribuida alrededor del mundo, desde el comienzo mismo de la
iglesia.
La unidad se da en
el cuerpo, no por decisión humana, sino por la voluntad de Dios Padre.
Recordemos que
Cristo viene por su iglesia, no por los religiosos.
Hay quienes están
en las congregaciones, pero eso no lo hace parte del cuerpo ni suman para la
unidad.
Los que somos
miembros del cuerpo y reconocemos la unidad, somos todos los lavados en la
Sangre del Cordero y nuestro nombre figuran en el Libro de la Vida.
El Espíritu Santo
da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, por lo tanto
hermanos y miembros del mismo cuerpo.
El amor de Dios
derramado en nuestros corazones, nos lleva a mantener la unidad en el vínculo
de la paz.
El reconocimiento
del cuerpo se da en el Espíritu y se manifiesta en lo físico.